martes, 27 de julio de 2010

Dissortis crâs


Es una hermosa mañana, atípica en esta ciudad, se siente el aire friolento dejado por la lluvia de la madrugada, el olor a tierra mojada, las calles silenciosas, la luz del sol tenue reflejada en el agua del suelo que resalta el color pastel de las pinturas de las casas.

Imperceptible y fugaz el alboroto cotidiano, hoy es domingo, no lo parece, mas bien parece un día no escrito, ni clasificable dentro del patrón Cartagenero, no escucho el bullerengue estridente que cada domingo azota a mis ventanas haciéndolas vibrar, tan callada esta mi ciudad que logro detectar el trinar sonoro de unos pájaros, esos que solo logro escuchar en las mañanas de los días de tregua, esos pájaros que cantan para otras literaturas, no para la nuestra. No está el alboroto del tráfico, que por fortuna y por desgracia pasa cerca de mi casa. Ciudad pululante y agitada, unas cuantas gotas te acallan, me hace pensar que quizás los seres de estas tierras si somos de azúcar.

Mañana extraña, color de película de Fellini, de alguna calle allá en Italia, esas calles que no he pisado, que no son mías pero que veo, mañana que se traga el color fluorescente, ardiente de mi sol.

Mañana extraña son las diez de la mañana, y las puertas de las casas están cerradas, algo raro en esta ciudad de puertas abiertas.Mañana extraña son las diez de la mañana, y las mujeres apenas salen a barrer sus terrazas.

Así son las mañanas extrañas aquí , cuando la lluvia nos visita y se esconde el sol, se inunda y se viste de frío y de calma mi ciudad alborotada, así son estas mañanas, y la gente aún durmiendo, cosa rara pero bella, por que sucede solo ciertos días, cuando la lluvia cae y nos visita, y nos regala su calma.

Mañana extraña duermo en mi cama friolenta, creyendo que el cielo se parece al frío y que el calor vivo de mi ciudad es de por si una condena. Mañana extraña, friolenta, ¿más cerca del cielo? , sensación de nube, de algodón, y de algún poema de Silva.
Mañana extraña.
Somnusnjord

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