6:30. Por más hermosa que sea esa
canción no logrará nunca despertarte con buen humor. La conciencia de ti, te
abruma. De todos los tragos dispuestos en tu mesa de noche, tomas el amargo y
te dispones sin ninguna expectativa a consumir el día.
7:12. Nada en ti se repite, excepto
yo, y esa inconsistencia me agobia. Cualquier día yo existí para ti, una sola
caricia, un día de bienestar, estaba listo para eso, pero no para una
dedicación constante como la tuya.
7:19. Pala y escoba reposan en
posición, das tres vueltas a tu pelo, recoges tus mangas y empiezas la faena. Desde
la esquina más escondida empiezas tu tarea, dos o tres pasadas sutiles sin
levantar polvo y asegurándote que quede limpia.
7:27. Es como si te decidieras a
dar la mejor de tus caricias, no te ocupa otro asunto, tu mente está allí y tus
manos laboriosas tienen buena técnica, suave y sutil como una brisa, acelerada
y persiste a ratos.
8:18. Son pocas las hojas marchitas
en esta temporada, prefieres quitarlas una a una con tus manos y desde que te
tengo, no tengo larga compañía de objetos extraños.
8:21. Vas y vuelves con la bolsa
negra, anuncio de que tú y yo por hoy estamos acabando. Desapareces cualquier
residuo y me dejas intacta. Tu vistazo panorámico me recorre; ¡Chica! Sabes que
lo haces bien, pero prefieres asegurarte, y a mí me encanta verte mirarme en mi
plenitud.
8:39 Cierras la bolsa, recoges
pala, escoba y das la espalda, y no te vuelves más a atrás y comienza entonces mi
gran incertidumbre, de saber si mañana también te tengo.