Son las siete de la mañana, y en el centro, la calle de La Soledad -como haciendo honor a su nombre- se encuentra un poco solitaria, sin embargo, como buen madrugador, Pedro, ubicado frente a lo que parece haber sido la entrada de una vieja construcción , se encuentra ya sentado en el anden con toda su exhibición de artesanías.
Con su voz pausada, me invita a tomar asiento, - no sin antes disculparse por el pedazo de triple en el que me lo ofrece- sentada a su lado, puedo observar una sonrisa tímida, que deja ver unos dientes amarillentos y descuidados, una barba canosa y desaliñada, y unas gafas oscuras que junto con una gorra desgastada por el uso, no me permiten ver su cara. A su lado, tendidas en el piso en una tela de lino verde, reposan las joyas. Una colección no muy amplia de collares, aretes y pulseras tejidas a mano o hechas con canutillos, bolitas de plástico, cuero o cobre. En una esquina de la tela, se encuentra puesto un pedazo de terciopelo negro, donde se halla, -como él mismo dice- su mercancía más preciada; unas arañas y libélulas hechas con alambre y cobre y unas cuantas piedras de las que habla con mucha emoción.
En ese instante, levanta un pequeño trozo de cuarzo, mientras habla de sus propiedades: “Esta es una piedra fascinante, sirve para equilibrar las energías y hasta para curar el dolor de cabeza”. Terminando la ultima frase se ríe, recuerda a una joven que intentó un día probar las propiedades curativas del cuarzo y termino rompiéndolo; siguió mostrándome las otras piedras, mientras que con un lenguaje casi poético las describía; Ágatas, Ònix, Amatistas, Corazón de león y otros tipos de cuarzos; seguía mencionando las propiedades de estas, y hasta nos recomendó leer el libro” El poder de los metales”.
Hace seis meses que Pedro esta en la ciudad, se vino con una amigo a conocerla y a buscar trabajo, por que había escuchado que Cartagena era un buen lugar para los negocios , la visita era por unos días , sin embargo, lleva más del tiempo previsto y no sabe cuando se podrá marchar “ mi amigo me dejó botado , se llevó algunas de mis pertenencias”, es lo que argumenta mientras me muestra un morral no muy lleno y una caja atestada de materiales artesanales,” Ah! Es que a mi siempre me roban”, manifiesta, con una cara más de despreocupación que de decepción, y empieza a comentar como desde niño, cuando jugaba con sus primos, estos le robaban sus juguetes, “ Es que yo siempre he estado rodeado de mucha envidia”, sostiene entretanto me muestra una Piríta que lleva en un collar de muchos dijes sostenidos con hilo Nailon” Esta es para la envidia, es que yo tengo un espíritu trabajador y arriesgado, y la gente muchas veces siente celos”.
Desde que se recuerda- y declara tener muy buena memoria – siempre ha trabajado; ha sido albañil, mecánico, vendedor y hasta hierbatero, trabajo este que más recuerda pues trabajaba con su “Tía querida”- de la cual nunca nos quiso decir el nombre- haciendo curas para todos los males, como el mismo expresa. “Mi tía era muy buena , ella se inventó una cura para el cáncer , y los ricos del pueblo la visitaban , ella ganaba buen dinero, y por supuesto yo recibía mi parte”, me comenta mientras se tapa con la mano la boca para reírse, luego su cara se puso seria, recuerda que cuando murió su tía , el trató de negociar con algunas personas la cura , pero nunca nadie le prestó atención, “ Ya hasta se me olvido como se prepara”, menciona con un poco de tristeza.
Trabajar con su tía, por esos tiempos era lo que mas disfrutaba, ya que en su casa nunca se sintió muy bien” Mis padres vivían separados y cada uno había formado su familia; de mí se olvidaron, además yo era muy rebelde”, después de la muerte de su tía decidió marcharse.
A los 25 años abandono su casa en Sylvania- Cundinamarca, se fue con un grupo de amigos a recorrer el país” Es que uno ve que el mundo es tan grande como para pasarse la vida dentro de cuatro paredes”, comentaba, cuando un grito lo interrumpió: “Abuelito, abuelito. ¿Cuanto es 250 por 50?, le pregunta uno de los artesanos con quien comparte la acera, el responde “12.500” y continuó hablando: “ Irme con mis amigos fue lo mejor, teníamos un apartamento que pagábamos con el trabajo que conseguimos en un taller ( de autos) , por las noches cuando llegábamos tocábamos la batería y una guitarra eléctrica que compramos , nos encantaba el rock duro”, menciona y saca del morral una bolsa transparente con dos CDS - los discos tenían cien canciones en total y eran una recopilación de los éxitos ochenteros del rock n roll – “ Tenía más de estos , ahora solo me quedan estos dos que no puedo escuchar por falta de Discman” , me dice mientras por primera vez me mira a los ojos y puedo ver en ellos un aire de nostalgia.
Pedro sigue narrando sus anécdotas, una muchacha se acerca a preguntarle el precio de una manilla de cuero” Son cinco mil pesos, si quiere se la dejo en tres”, “No gracias” dice la muchacha mientras se marcha. “Aquí la cosa es muy dura, poca gente compra”. Cambia rápidamente de tópico y se pone a hablar sobre la situación del país.
Pedro tiene ahora 49 años- razón por la cual le llaman el abuelito, es el mas viejo de todos los artesanos de la calle- ha recorrido casi toda Colombia, costeándose los pasajes con las manillas y collares que aprendió a hacer un día con la ayuda de un indígena que conoció en el Tolima. Con un gesto de desilusión me comenta: “Colombia es muy bonita, pero estamos viviendo entre la mierda (haciendo referencia a la corrupción) y es que tenemos una mente tan esclavizada; la culpa no es solo de este hijuemadre gobierno, sino de nosotros mismos que no hacemos nada”. Hace una pequeña pausa y se queda pensativo, “Es que el problema esta en lo que nos enseñan, desde la escuela nos mentalizan para alinearnos al sistema”, habla cada vez mas emocionado, mientras que puedo percibir ahora por la cercanía, un olor fétido que sale de su boca, “Es que Uribe si nos jodió ahora con su política de guerra y la gente que se le come el cuento” (refiriéndose a la política de seguridad democrática).
A Pedro le gusta estar al tanto de lo que pasa en el país, es por eso que todas las mañanas sintoniza en su pequeña y destartalada radio de pilas la banda AM para escuchar las noticias.“ A pesar de todo uno sigue soñando, yo por ejemplo tengo desde hace años en mente , crear una bicicleta , ya estoy construyendo algunas de las partes , espero verla correr antes de morirme”, manifiesta con una sonrisa en la cara.
El sol comienza a hacerse más fuerte, son las doce de la tarde, los rayos alcanzan hasta donde estamos sentados, Pedro decide que ya es hora de moverse, de cruzar al frente para buscar sombra. Comienza a recoger sus artesanías, mientras que yo aprovecho para despedirme, el insiste en que me quede, por la sonrisa que me regala intuyo que tiene muchas mas cosas para contarnos, sin embargo ante mi negativa, me dice:” No te preocupen, yo estoy por acá todo los días” y vuelve a regalarme una sonrisa, esta vez no tan tímida si no mas bien amplia y amigable. Desde la lejanía ya, Pedro se levanta y me despide agitando su mano.
Somnusnjord